martes, 11 de noviembre de 2008

Diarios de Kurt Cobain - Nirvana


El amor a la música y a su familia coexistieron dentro de la piel de KurtCobain (1967-1994) con la adicción a la heroína, el dolor por una infancia sin cariño, algunas fantasías violentas y el desprecio por los periodistas de música, según relata el propio cantante en sus “Diarios”, que acaban de ser lanzados en la Argentina.El cantante y guitarrista de Nirvana, el más exitoso grupo de “grounge” rock estadounidense, escribió entre 1988 y 1994 -año de su suicidio- sus reflexiones cotidianas y sus deseos más secretos: todo aparece minuciosamente registrado en los “Diarios”, que salieron a la venta en Estados Unidos el año pasado y han sido publicados en español por la colección “Reservoir Books” del sello Mondadori.El material, vendido por Courtney Love por cuatro millones de dólares, recopila seis años (1988-1994) de cartas no enviadas, dibujos, notas manuscritas, comentarios humorísticos, reseñas inventadas, diatribas de rockero malhumorado y viñetas.Las páginas del diario están atravesadas por relatos que dan cuenta de una vida infortunada detrás de la estampa de “rock star”: uno de los tramos, por ejemplo, critica la incapacidad de su padre para “comunicar el afecto” que él siempre añoró, mientras que en otra cuenta la dolorosa realidad de un drogadicto, que busca en la heroína una salida para una afección de estómago.Las páginas autobiográficas también divulgan el amor de Cobain por su esposa e hija: sobre Courtney Love, el cantante afirma que despliega su amor por ella “como un pavo real extiende su plumaje”, en tanto que sobre su hija apunta que hasta tiene miedo de pasearla en auto ante la posibilidad de sufrir un accidente.Para los fans, el material más interesante desde el punto de vista artístico son los comentarios inéditos de las canciones de “In Utero” y los borradores de las canciones de “Nevermind”, incluso la primera versión del clásico “Smells Like Teen Spirit”.Los diarios propiamente dichos son los que más luz ofrecen, como es lógico: desde los momentos más divertidos, como la noche que pasaron él y Chris Novoselic, bajista de Nirvana y amigo de juventud, destrozando hasta 250 discos de “música de mierda” (Eagles, Carpenters, Joni Mitchell, Yes), hasta el relato de las relaciones que mantuvo con una muchacha con cierto retraso mental, cosechando el desprecio y la humillación de sus amigos.Cobain, cuya autoestima era menos que cero (”Estoy aterrorizado por el ridículo. Uso pedazos de las personalidades de los demás para formar la mía” , se manifiesta constantemente en contra de la sociedad, a la que tilda de “machista, fascista, competitiva y opresora”.Idolatrado como un modelo cuando él mismo se despreciaba, su abrupto final no sorprende por la narración. Acuciado por unos agudos dolores de estómago para los que no encontró más solución que la heroína, descreído de muchos de los que fueron sus amigos, y con varias sobredosis a cuestas, la penúltima confesión de Diarios fue escrita en Madrid, donde pasó de gira.